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Dia 29 Preparación para la Consagración a María

ORACIONES CATÓLICAS

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Episode  ·  12:03  ·  Feb 8, 2021

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Dia 29Preparación Consagración a María Oración a MaríaOh María! transforma mi corazón como el tuyo; colócale alrededor una corona de pureza adornada con virtud; toma mi corazón, querida Madre, consagrado como tuyo propio; preséntaselo a Dios Padre como una ofrenda de mí para Ti. Ayúdame, Oh María, en hacer tu Corazón, más conocido cada día.Invocación al Espíritu SantoVen Espíritu Santo, ilumina mi corazón,para ver las cosas que son de Dios.Ven Espíritu Santo, dentro de mi mente, para conocer las cosas que son de Dios.Ven Espíritu Santo,dentro de mi alma, que yo le pertenezca solamente a Dios. Santifica todo lo que piense, diga y haga, para que todo sea para la gloria de Dios. Amén.ÚLTIMOS CINCO DÍASSíntesis y RepasoDurante cuatro semanas hemos reflexionado sobre la esencia de la consagración mariana — y hemos cubierto mucho terreno. Si bien nuestro programa diario de reflexión sobre el texto nos ha ayudado a asimilar parte de la información, podemos profundizar aún más. Para hacerlo, necesitamos algo de María, lo que el Papa Juan Pablo llama su “capacidad sapiencial de recordar y abarcar con una mirada de fe”. Podemos desarrollar esta “capacidad sapiencial” continuando con lo que hemos hecho desde el principio, es decir, contemplar con el corazón (ver Lucas 2:19), pero ahora con un enfoque más refinado. Para darnos este enfoque más refinado, he escogido tres palabras que resumen la enseñanza de cada semana del retiro. Así que, durante los próximos cuatro días, nos detendremos sobre tres palabras cada día, reflexionando su significado para la consagración mariana. Confío en que, si nos dedicamos a este acto más refinado de reflexión, podremos abrazar la verdad de la consagración mariana “con una mirada de fe”. Después de estos cuatro días de repaso, encontraremos una síntesis de lo que hemos aprendido en una sola fórmula de consagración, que intenta encerrar en sí la esencia de la Consagración mariana. San Luis de MontfortTres palabras resumen lo que aprendimos sobre San Luis de Montfort: (1) Pasión, (2) Bautismo y (3) Regalo. Reflexionemos sobre cada una, por turno.PASIÓNRecuerda que San Luis heredó el temperamento fuerte de su padre. Esto podría haberle llevado hacia el desastre, pero Luis se consagró a Jesús a través de María. Permitió que María se hiciera cargo de su vida y que hiciera con él según su voluntad. ¿Y qué hizo María con él? Lo inflamó. Convirtió su impuro enojo en un resplandeciente fuego santo. Actuó con su esposo, el Espíritu Santo, para llenar a Luis de pasión y celo por Cristo, y él procedió a encender a toda Bretaña con el amor por Jesús, la Sabiduría encarnada — y no solamente a Bretaña. Las inspiradoras enseñanzas de San Luis ardieron a lo largo de los siglos, inflamando a los santos, a los papas e incluso a pobres pecadores con un ardiente amor a Dios. Podemos no haber nacido con el exaltado temperamento de San Luis, pero no nos vendría mal un poco de su espíritu fervoroso. Nos vendría bien a todos una mayor efusión del Espíritu Santo, que aliente las almas y las llene con el santo fuego. ¿Cómo invitamos este fuego? ¿Cómo lo invocamos? Imitando el ejemplo de San Luis acudiendo a María, dependiendo de María y estando con María. Pues, como Luis mismo dice, cuando el Espíritu Santo, el esposo de María, encuentra un alma unida a María, “vuela allí, entra en ella de lleno, se comunica abundantemente con esa alma”. El Espíritu Santo quiere hacer maravillas incluso hoy en día. Quiere gestar nuevos santos, grandes santos. Entonces ¿por qué lo hace raras veces? Según de Montfort, es porque raras veces nos encuentra en una unión suficientemente estrecha con María. En esta recta final que lleva al Día de Consagración, avancemos con gran fervor para entregarnos completamente a María y para permitir que el Espíritu Santo venga a nosotros y nos colme de pasión y fuego sagrados.BAUTISMOSan Luis coloca su devoción a María directamente dentro del misterio de Cristo. El mejor ejemplo de esto es cómo da comienzo a su fórmula de consagración con una renovación de las promesas bautismales; pues el Bautismo tiene todo que ver con Cristo. En el Bautismo, somos transformados en los miembros del Cuerpo de Cristo, somos hechos en “otros Cristos”. El Bautismo también tiene que ver con el Espíritu Santo. Lo digo porque fue el Espíritu Santo quien primero formó a Cristo, y es el Espíritu Santo quien sigue formando a otros Cristos — los miembros del Cuerpo de Cristo — en cada Bautismo. Ahora bien, ¿de quién se vale el Espíritu Santo para formar a Cristo? Se vale de María, si bien no tiene ninguna necesidad de ella. Entonces, por ejemplo, se valió de María en la Anunciación, la cual condujo al nacimiento de Jesucristo, nuestro Salvador. Se valió de María justo antes de Pentecostés, que condujo al nacimiento del Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Se vale de María en cada bautismo, que da a luz a “otros Cristos”, los miembros de su Cuerpo. ¡El Espíritu Santo siempre se vale de María para dar a luz a Cristo! Y en cuanto encuentra un alma unida a María, “tanto más deseoso y decidido se muestra a producir a Jesucristo en esa alma, y a esa alma en Jesucristo”. Por lo tanto, es apropiado que de Montfort nos invite a renovar nuestras promesas bautismales dentro del contexto de una entrega a María. Pues es su trabajo, junto con el Espíritu Santo, el llevar la gracia del Bautismo a término. El Bautismo no es el fin; es un comienzo maravilloso, un amanecer gloriosamente nuevo. Sí, nos transforma, haciéndonos miembros del Cuerpo de Cristo — pero hay más trabajo por hacer. El Bautismo es una realidad ya hecha pero todavía no finalizada. Nos incorpora ya a Cristo (como un miembro de su Cuerpo) pero sin que estemos totalmente formados en Cristo. Después del Bautismo, aún tenemos que crecer en Cristo, y es el trabajo de María supervisar y cultivar este crecimiento, con el Espíritu. Por tanto, no hay riesgo de que la devoción monfortiana a María “nos separe de Cristo”. La meta total de María es conducirnos a Cristo y llevarnos hasta el punto en que podamos decir con San Pablo: “ahora no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (Gál. 2:20).Todo el objetivo de la verdadera devoción a María es nuestra continua transformación post-bautismal en Cristo.REGALOCon que tengamos tan sólo el valor de entregarnos completamente a María, experimentaremos la consagración mariana como un increíble regalo. Es más, cuanto más nos entreguemos a ella, más experimentaremos la grandeza de este regalo. Nosotros damos y ella nos regresa infinitamente más. Le damos nuestras naturalezas pecaminosas, y nos ofrece su Inmaculado Corazón. Le damos nuestros exiguos méritos, y no sólo los aumenta y los purifica con su amor perfecto, sino que nos da sus méritos y gracias infinitamente más grandes. Nos vaciamos después de haberle ofrecido todo y ella nos llena con el Espíritu de Dios. Cuida a nuestros familiares, amigos y seres amados en nuestro nombre — aún mejor de lo que nosotros podemos hacerlo. Anticipa nuestras necesidades y pone en orden cada detalle de nuestra vida para la mayor gloria de Dios. Con ella el camino hacia la santidad es un camino “de rosas y miel” en comparación con emprenderlo sin estar consagrado a ella. Ciertamente, ella incluso convierte nuestras cruces y sufrimientos en algo dulce. Además, nos protege contra la tentación y los ataques del diablo. Pertenecer completamente a María es la vía más rápida, fácil y segura hacia Jesús. Si nos diéramos cuenta del gran regalo que es la consagración a Jesús a través de María, casi nunca dejaríamos de sonreír y alabar a Dios por habérnoslo concedido.Sobre la Muerte de Jesús en la CruzAntes de expirar Jesús en la Cruz, entre otras palabras, dijo :"Tengo sed" (Juan, 19)"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." (Lucas, 23)Y dando un fuerte grito, exclamó: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu y, dicho esto, expiró. Como le vieron muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua." (Marcos, 15)(Breve meditación sobre estas palabras del Evangelio) Contemplamos la misericordia del SeñorRezamos con Sta. Faustina Kowalska:"Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús, como una fuente de misericordia para nosotros, en Ti confio."Oración al PadrePadre Eterno! Padre Santo! Con Jesús, María y José, y con todos los Santos y Ángeles del Cielo, te alabo, te bendigo, te doy gracias, y te ofrezco todo mi ser, mi pasado, presente y futuro, con la confianza puesta en tu Infinita Bondad y Misericordia.Y te pido me ayudes a vivir como María, en su Sí, en su Corazón y en su Alabanza, y al igual que Ella, siempre en actitud de servicio y disponibilidad, hacia tus planes divinos de bendición y salvación.Y con María decimos:"Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador."

12m 3s  ·  Feb 8, 2021

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