¡ALABADO SEA EL SEÑOR! SALMOS 147:2 El SEÑOR reconstruye a Jerusalén y trae a los desterrados de vuelta a Israel. 3 Él sana a los de corazón quebrantado y les venda las heridas. 12 ¡Glorifica al SEÑOR, oh Jerusalén! ¡Alaba a tu Dios, oh Sión! 13 Pues él ha reforzado las rejas de tus puertas y ha bendecido a tus hijos que habitan dentro de tus murallas. 20 No ha hecho esto con ninguna otra nación; las demás naciones no conocen sus ordenanzas. ¡Alabado sea el SEÑOR! NTV. Debido a la rebeldía constante del pueblo hebreo, el eterno Creador lo entregó en las manos del imperio babilónico. Quienes destruyeron completamente la ciudad santa, y a los sobrevivientes de esa masacre, los llevaron cautivos a las diferentes regiones del imperio dominante. Judá permaneció muchos años lejos de su amada nación. Pero pasado los 70 años de cautiverio, el eterno Creador movido en misericordia, escuchó las oraciones de los fieles de Judá, y movió el corazón de Ciro, el emperador en turno de Persia, para que permita a los desterrados judíos volver a sus tierras de origen. Dios por su amor inagotable hacia su pueblo amado, reconstruyó la ciudad santa de Jerusalén y llevó a los desterrados de vuelta a la tierra prometida, y así nuevamente surja la nación. Por este amor maravilloso mostrado por el Señor hacia su pueblo escogido, el salmista elevó su cántico de alabanza a su Creador. El Señor no solo liberó a los cautivos y los volvió a sus tierras, sino que también sanó el corazón quebrantado de su pueblo y vendó sus heridas. El corazón del pueblo había quedado destrozado tras estar 70 años lejos de su nación, por eso era necesario que el corazón del pueblo fuera restaurado para que puedan mantener una adecuada relación con su Creador. Además, era necesario que las cicatrices de sus heridas ocasionadas durante el destierro fueran sanadas. Dios sanó completamente las heridas físicas y también las heridas espirituales de su pueblo para que nuevamente se restablezca la adoración en la ciudad santa. El salmista alentó a todo el pueblo para que alabaran y glorificaran unánimes el santo nombre del Señor, porque el pueblo tenía una obligación especial con su Señor, ya que, durante la reconstrucción de Jerusalén, había fortalecido las murallas de la ciudad reforzando las cerraduras de sus puertas y difundiendo sus bendiciones sobre sus habitantes conforme a las antiguas promesas hecha a los patriarcas. El Creador había devuelto la paz a su pueblo, asegurando sus fronteras contra posibles nuevos ataques de las naciones vecinas. Ninguna otra nación del mundo había tenido tantos privilegios como la había tenido Israel. Ni tampoco habían tenido el privilegio de conocer las ordenanzas del único Dios verdadero. El eterno Creador, Quien rige todo lo que subsiste en el amplio universo, escogió a Israel de entre todas las naciones del mundo como su heredad particular, les entregó sus ordenanzas para su mejor gobierno y para asegurar el camino de la virtud, que merece las bendiciones del Omnipotente. Además de las ordenanzas, por medio de su pueblo especial, envió a su Hijo, Jesucristo para que redimiera a todo el mundo. Ahora, cualquier individuo que acepta a Cristo Jesús en su corazón es igualmente especial. Queridos hermanos, tras el cautiverio de Israel, el eterno Creador reconstruyó la nación santa, sanó el corazón del pueblo y vendó sus heridas, porque Israel era su más preciado tesoro. A quien le había entregado sus ordenanzas para que sean luz a las naciones, y de quien también vendría el Redentor de todo el mundo. Hermanos, todos nosotros debemos alabar y glorificar el santo nombre del Señor, porque gracias a su sacrificio en la cruz del calvario ya no seremos condenados por nuestros delitos y pecados, porque ahora somos hijos de Dios, y herederos de todas las bendiciones conjuntamente con Su Hijo unigénito. Por todo esto y mucho más, alabemos y glorifiquemos el santo nombre de nuestro amado Señor. --- Send in a voice message: https://anchor.fm/jesus-is-life1/message